Meirelles
1-En busca de inspiración:
Releyó el libro una y otra
vez, seis o siete veces, se dejo empapar por las múltiples facetas del retrato
que hace Saramago de una humanidad sitiada. Entendió que la historia podía interpretarse
de muchas maneras
-Como una metáfora de las
reacciones personales y políticas ante los desastres naturales
- Como una alegoría de los
peligros del futuro
- Como una reflexión sobre
elegir no ver lo que sucede a tu alrededor
- Como un análisis de los
instintos primarios
- Como una exploración de la
conciencia humana, con sus flaquezas pero también con una fortaleza
sorprendente– y quería que todo esto estuviera en la película, pero no de una
forma explícita. “Esta historia no tiene una verdad, y todas las distintas
interpretaciones tienen sentido”, afirma.
2- Hay muchos dilemas
morales y creo que la película, en este sentido, va más allá que el libro, en
el que las cosas son más en blanco y negro. He añadido mucho gris. Es una
historia que debe generar muchas preguntas pero no dar ninguna respuesta.
Plantea cuestiones sobre la evolución del hombre, nos hace reflexionar de forma
crítica, pero no apunta a ninguna dirección en concreto. Como en la historia,
cada uno tendrá que descubrir por sí mismo su propio camino.”
3- Meirelles es conocido por hacer películas visualmente llamativas
llenas de energía sobre temas exigentes, pero con A CIEGAS se enfrentó quizás
al mayor reto de todos: ¿cómo ruedas una historia en la que ninguno de los
personajes, salvo uno, tiene un plano subjetivo? Para solucionarlo, Mereilles
se arriesgó a ir cambiando los planos subjetivos a lo largo de la película.
Empieza con una posición de narrador omnisciente pero luego, dentro del
hospital convertido en gulag, cambia al punto de vista subjetivo de la Mujer
del Médico, porque es la única que ve.
Una vez que el público se ha acostumbrado a ese mundo, el plano
subjetivo vuelve a cambiar, esta vez al Hombre del Parche Negro, que conecta a
los que están en cuarentena con historias del mundo exterior y con sus propios
mundos interiores. Por último, cuando la historia se traslada a la ciudad
arrasada por la guerra, el punto de vista subjetivo de la película se convierte
en una fusión de la narración del Hombre del Parche Negro y las imágenes que
ven los ojos de la Mujer del Médico.
4- El resultado es una especie de multiplicidad construida con
voces y perspectivas con resonancias del estilo de la prosa de Saramago y que
deja entrever una forma distinta de ver. Para resaltar esta idea, Meirelles
dividió la historia en lo que él ve como tres secciones estilísticas distintas.
“El primer acto es donde todo el mundo se queda ciego, todo
se mueve muy deprisa y es casi una película de acción,” señala. “Me pareció
importante que el público experimentara la opresión de no saber qué está
pasando al principio.” Entonces, de nuevo, todo cambia.
“Para el segundo acto,
en el que el médico y su mujer llegan al psiquiátrico y experimentan la
ceguera, utilizamos muchas imágenes abstractas para conseguir la sensación de
estar realmente desorientado. Este acto también introduce al personaje del
Hombre del Parche Negro como narrador y al Camarero que se declara a sí mismo
Rey del Ala Tres.
La historia toma otra dirección con un grupo que pelea contra
el otro en una especie de guerra de bandas. Luego, tras el incendio del
psiquiátrico, se abre una nueva puerta, la gente se va y se convierte una vez
más en una película nueva." Aunque su visión era compleja, una vez en el
rodaje, Meirelles tuvo una mentalidad muy abierta, permitiendo la improvisación
y los accidentes creativos.
“Fernando tiene la facultad de hacer que todo el
mundo se sienta cómodo. No hay fronteras. En el set se escuchaba portugués,
inglés, francés, español y japonés, pero sólo hablábamos en un único lenguaje:
el lenguaje con el que se hace una buena historia”, resume el productor Sonoko
Sakai.
5- Desde el primer momento,
Fernando Meirelles supo que para llevar a la pantalla a A CIEGAS irónicamente
necesitaría unas imágenes completamente originales que pudieran trasmitir la
desorientación y el horror de los personajes para que el público se quedara
fascinado con ese mundo. Para conseguirlo, incorporó a la producción a gran
parte del equipo artístico de “Ciudad de Dios”, entre ellos: el director de
fotografía nominado a un Oscar® César Charlone, que usó su experiencia en los
“talleres sobre ceguera” para ayudar a crear la simulación visual del “Mal
blanco”en la película; el nominado al Oscar al mejor montaje Daniel Rezende,
que trabajó codo con codo con Meirelles para estructurar los cambios de plano
en la película y los sinuosos puntos de vista; y el diseñador de producción
Tulé Peak, que convirtió una cárcel en un improvisado campo de internamiento
que la crítica comparó con el Infierno de Dante, al tiempo que transformó una
ciudad cosmopolita en una metrópolis devastada.
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